Cada vez me gusta más y me siento más familiarizada con el concepto del “Sharismo”. Un concepto de Isaac Mao, bloguero, filósofo. Mao presenta el Sharismo como el Espíritu del la Web 2.0. Si hacemos un rápido repaso sobre la definición de la Web 2.0, podemos decir que desde el año 2004, empiezan a surgir aplicaciones web que facilitan compartir la información y la colaboración. Unas de estas aplicaciones más conocidas son los blogs, los wikis, entornos para compartir información (documentos, fotos, videos, presentaciones) y las redes sociales.
Basándose en los cambios que han ocurrido con la aparición de la Web 2.0, nos dice Mao: “cuanto menos compartes, menos poder tienes”. Según él, la sociedad será más creativa y eficiente en la medida que seamos capaces de abandonar nuestra reticencia a compartir información e ideas.
Si vamos al mundo empresarial, para mirar los cambios que la web 2.0 ha provocado, podemos ver que las estructuras tradicionales, rígidas y jerarquizadas, ya no pueden existir ya que cada empleado o cliente puede abrir un blog y opinar sobre cualquier asunto sin pasar por la dirección de la empresa. Esta realidad no es una cuestión negativa sino que aporta muchas oportunidades a las empresas. Por ejemplo, a la hora de innovar, mejorar o dar a conocer sus productos. El caso más evidente de esto es Lego que ha puesto en marcha una Web 2.0 donde sus clientes pueden diseñar como quieren sus construcciones y Lego produce sus piezas en función de esta demanda.
Podemos ver que en la relación empresa-clientes, ya el Sharismo de Mao empieza a ser aplicado. ¿Pero qué pasa dentro de las organizaciones?
¿Se aplica el Sharismo? ¿Los empleados dentro de las empresas comparten sus conocimientos e ideas uno con los otros? ¿O más bien se gobierna el individualismo, un valor que nuestra sociedad ha cultivado durante largo tiempo? ¿Si añadimos el miedo a perder tu lugar de trabajo en tiempos de crisis podemos crear esta cultura del Sharismo o es utopía?
Una de las causas más comunes de la inefectividad organizacional son el individualismo y las bajas relaciones interpersonales ya que impiden hacer un uso efectivo del talento organizacional, empobrecen el clima de trabajo y contribuyen a generar muchos de los problemas tradicionales de las organizaciones tales como: la falta de coordinación entre las unidades, bajos niveles de colaboración, compromiso y responsabilidad.
No cabe duda que, en un futuro no muy lejano, las empresas o las organizaciones que no puedan desarrollar una cultura del Sharismo, quedarán detrás ya que hay una clara tendencia en todas las áreas de nuestra vida: política, personal, laboral que nos lleva del individualismo hacia la colaboración.
Ahora os toca decir: ¿“El Sharismo – utopía o realidad posible?
